sábado, 7 de junio de 2008

Economía

Amo mis libros. Los he amado desde el primer día que aprendí a leer y los amaré siempre. Hace una semana, a mis papás se les metió la loca idea de que habría que vender mis tesoros, pues todo está muy caro, el sueldo de papá ya no alcanza, la escuela de Carlitos es muy exclusiva, la gasolina subió de precio, ya no es tan sencillo colgarnos de la luz de los buenos vecinos, la carne cada vez es más y más cara, no alcanza para comer.

No quise entender hasta anteayer, cuando las tripas me rugieron de hambre. Miré mis libros con melancolía y oí a mis papás quejarse de nuevo. Se me llenaron los ojos de lágrimas. No me arrepiento. La carne de Carlitos es blandita y mientras mis papás estén en el refrigerador, su carne durará al menos hasta que la abuela venga de visita…

*Texto publicado en la antología internacional: Grageas, 100 cuentos breves de todo el mundo.